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Mostrando las entradas con la etiqueta Viaje en barco

Ocho

 —¿No te gusta la fiesta? —No. Silencio incómodo. —¿Por qué? —¿Por qué me gustarían? Silencio cómodo. Volvió a adoptar la posición en la que la encontré. Miré en sus ojos el reflejo de la Luna que a su vez se reflejaba en el agua. Eran oscuros, pero la forma en la que la luz acuchillaba sus ojos me dejaba ver al otro lado de su córnea. Ella seguía mirando hacia poniente y yo observaba con detalle por fin su perfecta nariz y sus labios brillantes. —¿Qué mira?—Me dijo sin desviar la mirada. —Tus labios—Respondí sin pensar. —¿Por qué no mira a Afrodita? —Tal vez la veo. Detallaba con tanta atención sus ojos que ahora podía ver a Venus en su retina. Me di cuenta de que la miraba demasiado y ella en ningún momento a mí. Miré de nuevo el espumero del mar. Seguí con la cabeza una parte de la espuma hasta que se me perdió de vista muy atrás del barco. —Qué hermosas son estas estelas. Pensando que la respuesta era el silencio me volví hacia ella, pero ya no estaba. Me quedé allí hasta que V...

Siete

Me acerqué a la baranda y le dije imprudentemente:         —Afrodita es muy sensual ¿no?         —¿Qué?         —Nada —Asumí que no entendía la relación entre la religión romana y la griega y me contuve tranquilamente de explicar. Veinte segundos después me dijo:         —No vuelva a interrumpirme mientras pienso —Y pareció adquirir una posición de huida que interrumpió recostando los codos de espalda contra la baranda.—Me llamo Yva.         Me ahorró la vergüenza.         —Yo Emilio          —Ya sabía—Ya sabía.   Ocho

Seis

        Cuarto día. Era la una de la tarde y llevaba desde las siete esperando la fiesta que habría en la noche. Pensé en qué ropa usar desde que me desperté con el cuello adolorido de la terrible noche que había acabado de pasar. Para mí vergüenza conmigo mismo solo había empacado un atuendo lo suficientemente formal para el evento, pero mi poca astucia no dudó en decorarlo con el color correcto de moño y las demás nimiedades que hacían de cada traje un traje diferente. Pasado el almuerzo de nuevo en la misma sala pero finalmente lejos de los esposos Gilburg, y en el que no vi más rastro de la muchacha misteriosa a quien le preguntaría el nombre, nos fuimos a tener la ya tradicional charla post-banquete en las carpas de cubierta.        Mi poca concentración en el momento y la alta en buscar a una mujer que fácilmente podría ser una serie de alucinaciones orínicas me hizo dejar pasar con silencio una pregunta en la que el silencio implicaba vergü...

Cinco

        Mientras intentaba dormir recordé que no le pregunté a la chica su nombre. Mi ineptitud para hablar me atormentó hasta que pude dormir. “—Cierra la boca”         Esa frase me despertó del susto justo antes del amanecer. La odié. Eché un ojo a la habitación verificando que ella no estaba allí observándome babear la almohada. Volví a dormir con el barco bamboleándome.   Seis

Cuatro

        Otra noche en que no quería poner el lomo sobre la roca que tenía por cama y salí a observar de nuevo la mar. Volví a observar y a cuestionarme acerca de la misteriosa calma que dejaba el barco entre las dos filas de espuma en torbellinos y al mirar allí observé silencioso reflejándose desde el cielo al planeta Venus que caía sobre el occidente. Recordé que el cielo existía. Mi cabeza comenzó a trazar un arco con mi mirada a lo largo el cielo desde occidente hasta el zenit. Allí estaba Orión, junto a sus canes sobre la Liebre. Regresé mi cuello hasta la posición normal y volví a admirar a Venus cautelosa y bella.         Di unos cuantos pasos hacia proa y volví a trazar la misma línea en el cielo, me quedé así unos dos minutos.         —Cierra la boca —Una voz elegante y dulce acababa de regañarme.         Miré hacia las carpas por si no había notado alguna fig...

Tres

          Dos días más de viaje y ya conocía cada centímetro cuadrado de la planta superior. Aunque aún me faltaría mucho para acostumbrarme a mi cama. Después del desayuno llevé a mi abuela a las carpas, ya hablaba con unas señoras de 40 y otras de 60, yo mientras tanto pasaba las tardes en silencio, casi siempre lejos de ella luego de dejarla en las carpas de cubierta.           El barco se empezaba a tornar monótono para mí. Al día siguiente el capitán, que parecía servir más como bufón que como capitán, anunció la primera de las 4 fiestas que se harían en el [[sótano]]. Todos sonaron falsamente excitados cuando escucharon eso. Cuatro  

Dos

        Luego de decepcionarme de tener que pasar dos semanas con un montón de adultos en sandalias entramos al comedor. Aparté la silla del lugar donde se sentaría mi abuela y nos dispusimos para comer, frente nuestro en una mesa para cinco, pero con solo 4 personas se sentó una pareja. Nunca había conocido dos seres humanos tan corrientes como esos dos y en conjunto eran la pareja menos desviada del promedio que uno se puede imaginar. Nos pusieron conversación.         —Nuestra pasión es los viajes en barco— dice la señora Gilburg mientras sostiene la mano del señor Gilburg quien tiene una sonrisa cerrada y complaciente mientras nos observa.—Es el tercer viaje que hacemos y ahora descubrimos que es por el placer de estar en el mar—Una entonación demasiado entusiasta me provocaba una grima que no sentía desde la infancia. —Sentir el bamboleo del mar antes de dormir es la mejor parte—Dijo la voz promedio del señor Gilburg. ...

Uno

       Después de mucha dificultad subiendo a mi abuela en silla de ruedas por la rampa al barco, pude observar el bello y barnizado piso de madera que tenía la cubierta. No sé de madera, pero se veía nueva, como si recién lo hubiera puesto y aparentemente era madera fina. En cuanto nos [emplazamos] en el camarote y se me pasó el odio a los desatentos marineros que cargaban el barco mientras yo y mi nula musculatura subíamos a una mujer inválida de unos 80 kilos por un plano inclinado unos 40 grados con tacos cada medio metro por 10 minutos, fui a rodar a la vieja explorando la embarcación. Una amplia cubierta con una carpa de varillas en proa que cubría toda la superficie hasta que el suelo era demasiado angosto. El comedor bajo lo que parecía ser la sala del capitán y dos cómodos pasillos con mesas que se veían desde adentro. Más atrás estaba la cocina y después de ello una improvisada terraza,   a la que se accedía por el pasillo a babor y parecía estar desti...