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Había olvidado que eras carne. Hasta que sentí una vena en tu brazo. Sentí tu pulso, carmesí flujo de vida. Eras un querubín bajado del cielo. Luz hecha cuerpo, mármol esculpido por el viento.  No había entendido que perecerás, porque el amor que nuestras almas exhalan es inmortal. No había entendido que no eres más que carne, sangre, huesos y vísceras, pero unas que me aman y que amo. El amor trasciende al tiempo y lo atemporal no muere. Mueran nuestras carnes y se apaguen nuestros ojos. Muten nuestras almas y nazca el odio. Imperturbables permanecemos cual mármol inmaculado. --/01/24

Piel tibia. Labios fríos. Corvas cálidas. Dedos nerviosos. Besos con sabor a cerveza. Besos con sabor a limón.  Miedo y amor. Un cóctel como la vida y la muerte. El misterio de por qué amar es vivir y es morir. La calidez del sol, sol picante, sol ardiente, cancerígeno. La gelidez del invierno, invierno silencioso, invierno sereno, congelante. La ausencia de muerte y la ausencia de vida convergen a la inexistencia. El abrazo cálido de la vida, del amor, contra el rechazo helado de la muerte, del miedo.  Claroscuro recinto, luces amarillas, luces blancas, personas en silencio, personas en furor. Furor silencioso y apasionado, silencio furioso y renegado. Sombras claras, sombras opacas. Siluetas, velas, cuadros, retratos. Todos genios; sensibles, inteligentes o mágicos habitantes del claroscuro. Contraste barroco. Aire paciente y aire expelido. Narices tiernas, acariciándose y bufando. Bufando de pasión, suspiros de ternura. Quejidos, gemidos, llanto. El frío otra vez. Frío acog...