Un vector es una cantidad que tiene magnitud, dirección y sentido.
Cuando era niño y pensaba en el sentido de la vida creía que se trataba de escoger una idea a la cual dirigirse. Pero eso no es un sentido, el sentido es la dirección en sí, no hacia dónde apunta. No se trata del lugar al que vamos si no de ir. Lo que nos da el sentido no es lo que logramos, es lo que construimos. Ahí está la felicidad y la esperanza. El amor es también una construcción.
Y qué si me gradúo. ¿Qué haría un día después de recibir un Nobel? Ese sería el final. Pero ¿y qué si puedes amar a la mujer de quien te enamoraste? Ese sentido no es alcanzar algo, es hacer, andar, ir... Es la dirección.
Amar es el sentido de ser humano, perdurar es el sentido de estar vivo. Aquí está el misterio de la muerte: es el fin de los sentidos. Todos queremos temerle a la muerte. No temerle es no desear. Un cristiano no teme a la parca, teme al infierno. quiere vivir y amar para siempre. Un romántico entendió que eternamente tendrá una dirección hacia el amor. Y la vida no lo sabe, pero quiere avanzar en el tiempo y el espacio. Por eso vemos belleza en la cantidad. Más hipervolumen para la molécula rebelde.
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