Estoy tres veces maldito

 Sí siento nostalgia, nostalgia por comer pizza, por besarla, por tener sexo, por reírme como me reía, aunque ahora lo haga también, no es lo mismo. Será la chispa que me hacía reír y no reírme como tal. La chispa que me hacía desear y no desear como tal. Los ojos verdes y los cabellos dorados recibiendo sol, ese perfume que ya no recuerdo hipnotizándome. Tal vez un día sienta su presencia por la espalda gracias a ese aroma y al darme cuenta de que aún lo disfruto me eche a llorar. Quiero llorar. Siento que eso me ayudaría a olvidar. Derramar los recuerdos por los ojos. Recuerdos traslúcidos. Recuerdos, recuerdos, recuerdos... Sólo eso, quedaron malditos los andenes, quedaron malditos los lugares. Quedaron malditas las palabras. Otra vez maldito.

Estoy maldito.

Maldito por tus ojos.

Maldito por tu perfume.

Maldito por tu cabello dorado ante el sol.

Maldito por tus carcajadas.

Maldito por piel secreta indistinguible al tacto.

Maldito por el cántaro que se derrama sobre mis piernas.

Maldito por el amor que no merecía.

Maldito por mis palabras.

Maldito por mis acciones.

Maldito porque no quiero volver a tocar nada tan precioso como lo fue tu espíritu.

No quiero volver a manchar, no quiero volver.

Estoy maldito por tanto, por mis pecados indiferentes y fríos, pecados que no quería cometer, pecados que aún me persiguen entre las oraciones y las visiones y los sueños y las poluciones.

Estoy maldito por el amor que no correspondí y estaré maldito para SIEMPRE por tus palabras de esperanza para contigo misma que no se me borran, una promesa de espera, una promesa de inmortalidad de aquel tercer ser a quién le corté las piernas y le cosí la boca, le amarré los brazos y lo cubrí de barro. Nunca me digas que me esperarás, pues morirás en la espera. Solo la inmutable pudo esperar a Odiseo y tú no eres inmutable, eres cambiante y por lo tanto hermosa. Eres amada en vez de cosificada y eres superior a ti.

Estoy maldito y siempre lo estaré, siempre por mí, siempre por mí.