Grietas
Grietas. El suelo se agrieta. El cansancio rompe mi realidad, la resquebraja. Seca y destruida. Despierto dormido y me desplomo desprevenido en las noches. Los ojos me pesan desde medio día y aunque no siento pasar el tiempo, él si pasa por mí. Pasa a través mío, perfora mi pecho como un cañón, un río de inmenso caudal que me acaba con hambre y tedio y esa es la única pista que tengo de que existo y de que viajo al futuro, de que el tiempo pasa por mí para llevarme a mi muerte. Grietas, grietas. El mundo me pasa sobre y dentro del cerebro, muero de hambre cada que estoy repleto y en cuanto despierto después de esos desmayos intencionados todo reinicia. El sol de nuevo en el oriente. Ya no congela la noche, cantan las aves, el aire está frío pero el sol ardiente. Ya no está las grietas y comienzo otra vez (La piedra cayó) con esperanza de terminar hoy con el día anterior, pero todo se agrieta, los ojos me pesan, muero de hambre, congela la noche, la piedra cae y me agrieto más sin vuelta atrás.
Solo vuelta hacia adelante. Duermo 12 horas un sábado. Duermo y reinicio. Pero no me recupero. Duermo y huyo pero ahí está el dinosaurio. Duermo para cerrar las grietas pero se abren más hasta que soy grieta agrietada. Un capullo dentro de un capullo. Una mariposa infinita es aquella que nunca nace.
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