Eres el río

 Eres como hielo cálido. Como un baño en el río, acogedor y doloroso. Adictivo y hermoso. Uno no va al río por él frío, casi ni siquiera por el agua, va por el rúgido atronador de la cascada, por el sol que le quema la espalda, por las piedras que le mallagan los pies, por el canto latente de las aves y los bichos coloridos, adornos cual pendientes. Uno va al río porque cambia, va solo para encontrarse, o va acompañado por sus amores para que lo encuentren. Uno lo abandona porque ya es hora, no porque lo odie, ni porque nunca vaya a volver. Eres un río inconstante y potente, peligroso, misterioso y fabuloso. Escondes hadas en tus orillas y musas entre tus recuerdos. Eres el río cuando sonríes, cuando se asoma una fiera a beber, cuando cierras los ojos, cuando te secas. Imagino al río en sus aguas, descubierto y puro, limpio y despreocupado, me mira a los ojos desde la profundidad invisible, pero dejándome ver el reflejo de mi rostro y el aire celeste en el fondo, lo ilumina un haz entre los árboles y sus fuentes fluyen por su cabellera. Eres un río en el cual ruego pueda bañarme solo una vez, porque la siguiente no seré yo, como el Nilo inundando y prosperando, como nuestro espíritu menguando y marchitando.

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