Oritzobel
A veces me sorprendo anhelando lo ajeno. Aquello que sólo es tuyo y deseo que me lo compartas.
Deseo, qué es desear. El sentido de la vida. Un venado herido, caminando por una rivera, busca alimento, busca bebida, huye del miedo, busca un compañero. Una fiera entre la hierba alta, acecha al cordero, busca alimento, busca bebida, busca un compañero. Pero ¿huye del miedo? Claro que sí. Hemos de temer a aquello que aterra a las bestias. Buscamos y buscamos y no encontramos. No podemos, pues queremos lo inexistente. Eso es la belleza, el encuentro con lo que quieres que sea. Quieres ritmo, quieres ciclos, quieres compases, atardeceres, amaneceres, estaciones, arcoiris, constelaciones, inflorescencia, nacimiento y muerte.
Encuentras belleza en quien quieres ser (y quien quieres que sea) y qué quieres ser. Encuentras belleza en tus pasiones, sueños, anhelos, inspiraciones, modelos. Y encuentras belleza en quien es para ti lo que quieres para ti. Allí donde se realizaron los sueños viejos y donde se realizarían los futuros.
El ególatra encuentra belleza en sí mismo y en quienes son él, quieren ser él o son como él. Él, él, él.
¿Amamos lo bello? El caritativo ama todo, hasta a quien lo odia o es su opuesto.
Hemos de buscarnos y encontrarnos. La única verdad es nuestra verdad. ¿Es la verdad de alguien más nuestra verdad? Eso está bien.
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