Hoy he sonreído



El día empezó a media noche cuando no podía dormir a causa de las temibles aguas sacarosas del capitalismo. 4 o 5 horas más tarde suena una alarma con la que debía despertarme, pero solo la dispuse para que los demás lo hicieran, quienes al verme aparentemente en sueños decidieron partir sin mí. Acepté y seguí mimiendo. 2 horas más tarde recibí la última de una decena de llamadas perdidas en la que se me pedía levantarme de inmediato a cargar paquetes y al salir, no encontré el barbijo que se exige hipócritamente en cada puerta con aire acondicionado. Ciertamente, lo único que había hecho era dormir y el día ya era una mierda.


Esperando por los paquetes observé en mi celular que se publicó un capítulo nuevo de mi manga favorito. Sin saberlo, había empezado el mejor día que había tenido en el año. Minutos después de terminar de ver el comic oriental que me dejó un sinsabor procedí a cargar una caja pesada llena de cosas requeridas pero innecesarias. Lo siguiente fue un desayuno calmo en medio de gente estresada y preparar sánduches con poco amor sabiendo que quedarían preparados sin ningún consumidor destinado. Salí de afán llevando pocas cosas para asegurarme de no olvidar ninguna. En cuanto subí al bus lleno de personas que solo esperaban por mí escucho una voz anciana decir "Hasta que por fin" o algo así. Traté de dar por ignorada toda la situación t continué con el día. Algunos kilómetros más adelante el vehículo recogió a las últimas dos pasajeras que transportaría, "dos señoras" decidí liberar el puesto cómodo que habían cedido los oficiales de la nave, es decir guía y asistente, para que las señoras estuvieren cómodas. Ah sorpresa cuando veo una señora y una muchacha que estimo de mi edad. Durante el viaje acompañado de una verborrea de datos históricos sobre Santa Marta de parte del guía, percibo que dicha muchacha cruza miradas múltiples veces con mi persona. En mi mente solo había un pensamiento: "Quiere pene". Ahora debía averiguar cómo obtener cuca vacacional. Deduzco entablar conversación en cuanto estemos fuera del vehículo en la primera parada. Spoiler: no fue así.


La lluvia nos hizo preámbulo de la primera parada y allí nos encontramos con un río crecido y frío. En donde me limité a hacer sapito. Oficialmente empezó un día grandioso al momento de establecer mi récord personal en la vida con 8 o más saltos que atravesaron el río y al parecer cesaron por un choque con el otro lado del cuerpo acuífero. Después de un plátano con queso, 2 mangos picados y unas cuantas piedritas curiosas, además de las fotos que no faltaron en todo el camino, partimos hacia el segundo y último destino; Buritaca.


Después de evitar un almuerzo a sobrecosto y ver partir a mi pseudo flete por un ruta alterna, nos adentramos a la desembocadura del río en el mar, en donde decidimos tomar una lancha para ser cruzados y la cual nos dirigió erróneamente río arriba, a unos cientos metros de donde estábamos en un principio y desde donde vi como unos acompañantes de la ruta alterna de mi futuro culito iban más aburridos que caballo en un balcón. Después de que la lancha nos regresara a toda velocidad y ya cruzado el río, además de algunas fotos accidentadas llegamos a unas costa que parecía peligrosa, asquerosa y tenebrosa, además de estar atestada de gente que se concentraba hacia un punto más estético del lugar. 


Allí se encuentran las olas enfrentables más altas de la región. Y peleando con la tía sobreprotectora nos fuimos hacia más lejos donde las ya mencionadas olas quebraban con toda fuerza sobre los cuerpos de los turistas, quienes volábamos, gritábamos, tosíamos y ahogábamonos ante las atrevidas olas que nos desnudaban y golpeaban. A partir de ahí, me sentí feliz. 


Para almorzar poco antes de las 3 de la tarde cruzamos de nuevo el río, esta vez de manera directa y luego de una espera considerable entre perros flacos e insectos voladores que no me dejaban en paz, me comí el primer pescado de mi estadía, un pargo rojo de media libra.


Atorándonos para salir a tiempo, pero yo paciente saboreando la muerte de aquel animal, terminamos a las 4 de la tarde con escasa media hora para partir en el autobus. La idea de un pastel de cumpleaños de arena para mi padre quedó descartada, al igual que la de hacer castillos en todas la playas que pudiera. En fin, ya vistos numerosos culos y un árbol repleto de periquitos desde abajo hasta la copa veo a unos diez metros a la pelada que según yo gustaba de mí y se me ocurre hacer mofa del paseo aburrido que vi hacer a los demás, ocasión perfecta para poner conversación. 


Muchas risas con mi hermano tuvieron lugar antes de subirnos de nuevo a la flota. Allí, en el asiento de asistente, hice casi a las 5 de la tarde mi primer movimiento galán. 


La mofa salió mal porque resultó que sí lo disfrutaron, tanto la muchacha como la que pensé que era su acompañante, Totó. Avistadora de aves de categoría, quien se fue desde Lima hasta la Patagonia fotografiando especímenes y a pesar de su ignorancia técnica, su sabiduría vital la have brillante y hermosa. Verdaderamente la amiga más mágica que me he hecho. En busca de un culito encontré una amiga que podría ser de verdad, quien es fan de Bukowski, se desprende de lo material y prospera gracias a sus conocimientos y arte ornitólogo. No sé si la mejor parte del día fueron las olas quemándome las espaldas, el récord máximo y supremo de sapito en mi vida o si fue tener esta conversación acerca de la vida y sus gajes, acompañada de la nada más y nada menos coincidencia de que ambos hemos fotografiado el mismo atardecer. Probablemente la última. 


El atardecer de este día no he podido fotografiarlo desde la playa, pues llegamos a las 6 pm a nuestra morada, habiendo cohabitado con 3 costeños sabrosos con cule vacile al frente del bus, y despedídome cariñosamente de Totó: "–Que nos encontremos en otro atardecer. –Así será." Pero allí comienza la segunda parte del día. 


Ya duchados fuimos mi hermano Samuel y yo a comprar la torta para mi papá, las velas y algunas botellas de agua además de otros utensilios. Servida la torta, puestas las velas y sonando la música, fueron necesarios varios empujones para dar comenzada esta fiesta de 6 personas, en donde oramos, prticularmente yo oré al Dios que conozco y acepto, panteísta y silencioso, la personificación del destino histórico, por quien puedo escribir esto. La música y cantos de celebración nos hicieron cerrar el día con pastel en la boca y el corazón en la mano, las sonrisas hasta las orejas y la alegría en el aire. Fue genial, y allí recordé que hoy había sido un gran día, así como cuando bajé del bus y cuando me miré en el espejo después de ducharme, quien me recordó mi miseria humana, pero yo le respondí con una sonrisa, amando el castigo eterno y reiterativo que es vivir y sonriendo para combatir su miseria; hoy era feliz y no iba a dejar de serlo.


Recuerda por favor Camilo, quien sea que seas, hoy, mañana o toda la semana, que puedes ser feliz, o al menos alegre y que la miseria nunca habrá de ganarte porque hoy no fuiste feliz por ser hoy, sino por ser tú. (También por algunos privilegios y condiciones, pero vos sabés que eso no es lo importante, no fue necesario y puede cambiarse por otra cosa). Por favor, sé feliz por mí, que moriré en cuanto despierte y le daré vida a quien te dará vida. Gracias por escucharte y gracias por hacerme feliz.


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