Siete

Me acerqué a la baranda y le dije imprudentemente:

        —Afrodita es muy sensual ¿no?
        —¿Qué?
        —Nada —Asumí que no entendía la relación entre la religión romana y la griega y me contuve tranquilamente de explicar. Veinte segundos después me dijo:
        —No vuelva a interrumpirme mientras pienso —Y pareció adquirir una posición de huida que interrumpió recostando los codos de espalda contra la baranda.—Me llamo Yva.

        Me ahorró la vergüenza.

        —Yo Emilio 
        —Ya sabía—Ya sabía.


 


Ocho

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