Amor, egoísmo, socialidad

 ¿Después de todo cuál es la diferencia entre una persona corriente ajena a uno mismo y la que se proclama como amante eterna?

Si al final esa eternidad no va a durar más que el hecho del recuerdo, y morirá tal como nació. El amor es una nueva vida, el sentirse enamorado hace que el sujeto sienta que la vida le sonríe de nuevo, que ha vuelto a nacer. Y cuando se marchita y por fin muere, se siente el más poderoso peso en el pecho, la sensación de querer morir y de estar muerto. El amor es vida.

Si lo correcto para construir una sociedad fuese amar a todas las personas por igual, entonces no tendría sentido ponerle una etiqueta a un humano que se considera lo más perfecto que se pudiera encontrar, pues serían todos iguales. El sentido actual de fidelidad sería fútil y sin fundamento. No sería más qué querer poseer lo que se desea, teniéndolo para jactarse de ello y mostrarle a los demás. Y si no fuese este el camino para prosperar, sino el egoísta entonces declarase amante sería humillarse y detener el crecimiento de uno mismo para tener que cargar con el pesado lazo que une a una pareja sentimental.

El significado del amor contemporáneo solo es la ilusión de sentirse acompañado en la inmensidad tan irreal y poco densa de la humanidad. Todos seres ciegos guiados por fanatismo e ideales vacíos, viviendo para el placer inmediato y el pensamiento de una corta vida que se debe derrochar lo antes posible. Pero no hay compañía real, de parte de nadie todo es el sueño de sentir que los ideales propios se extienden a más que el limitado cuerpo. El sentido de sobrevivencia nos ha enseñado que una colmena de hormigas podría derribar a un gigante, pero al cabo ningún humano busca al mismo gigante. Nos vamos trepando todos un tronco que creemos conocer pero que en realidad no tiene nombre hasta que nos damos cuenta que al final cada quien formaba su propio camino quedándose solo en una pequeña astilla que nos atrevemos a llamar rama solo para no sentirnos de nuevo tan solos. Y se ven las ramas cercanas, uno ve como son tan similares a la pequeña porción del vegetal que se ocupa y se engaña de pensar que se encuentra en la misma rama que en realidad se ha separado hace mucho, de nuevo para no sentirse tan solo, a pesar de que cada uno, cada pequeño órgano verde, busca un gigante diferente que no puede vencer por verse totalmente solo y solo logra causarle una pequeña incomodidad al gigante que tanto se esperaba poder destruir con una legión.

Nada diferente al egoísta afán de encontrarse así mismo en el gran pequeño mundo.

¿Qué sentido hay en guardarse pulcro para un solo individuo si todos son igual de miserables ante el ojo objetivo? Cuando se puede disfrutar banalmente de cada individuo y conocer el gigante que todos quieren alcanzar. Impregnarse de cada monstruo y no tener uno diferente que conocerlos a todos. Tener el conocimiento absoluto de qué quiere un humano, pero conocer cada uno hasta la más pequeña cicatriz que pueda albergar un ser.

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